Repentinamente los medios se han callado sobre la matanza de Bucha. El silencio es consecuencia del inicio de la investigación, en la que interviene la Gendarmería francesa y en la que han aparecido dardos metálicos en los cadáveres.
La campaña publicitaria contra Rusia se ha frenado en seco porque los muertos de Bucha tienen diminutos dardos metálicos de un tipo de proyectil de artillería, según los patólogos y médicos forenses. Los primeros resultados muestran que fue el ejército ucraniano quien asesinó a los civiles.
“Encontramos varios objetos realmente delgados, parecidos a clavos, en los cuerpos de hombres y mujeres, al igual que otros de mis colegas en la zona”, dijo Vladyslav Pirovskyi, un forense ucraniano. “Es muy difícil encontrarlos en el cuerpo, son demasiado finos. La mayoría de estos cuerpos son de la región de Bucha-Irpin”.
Los dardos metálicos fueron muy utilizados desde 2014 por el ejército ucraniano contra la población del Donbas. Se hallaron entre los proyectiles D-30 de calibre 122 milímetros encontrados en las posiciones de la artillería ucraniana abandonada por los militares en la República Popular de Lugansk
También encontraron dardos en la ciudad de Slaviansk, en la República Popular de Donetsk, tras un ataque de la artillería ucraniana en 2015, lo que fue ampliamente documentado en su momento (*), y que los medios silenciaron como acostumbran.
En las guerras modernas apenas se utilizan. Son una especie de metralla contenida en proyectiles de tanques o cañones de campaña. Cada cartucho puede contener hasta 8.000 dardos. Una vez disparados, los proyectiles estallan cuando una espoleta temporizada detona y explota por encima del suelo.
Suelen tener de 3 a 4 centímetros de longitud, se desprenden del caparazón y se dispersan en un arco cónico de unos 300 metros de ancho y 100 metros de largo. Al impactar con el cuerpo de la víctima, el dardo puede perder su rigidez y doblarse en forma de gancho, mientras que la parte posterior del dardo, formada por cuatro aletas, suele romperse, causando una segunda lesión.
Desde los primeros días de la guerra, la artillería ucraniana disparó fuego de artillería contra una columna rusa en la calle Vokzalnaya. El bombardeo destruyó varios barrios de la ciudad a la vez. A finales de marzo, días antes de que las tropas rusas se retiraran de la zona, volvieron a disparar, y repitieron el ataque en cuanto los rusos abandonaron las regiones de Kiev y Chernihiv.
Las investigaciones confirman que los civiles murieron como consecuencia del fuego de artillería y, como parece obvio, los proyectiles ucranianos cayeron sobre las posiciones rusas. Las tropas rusas desplegadas en Bucha no dispararon contra sus propias posiciones, como es obvio. Por lo tanto, los civiles murieron en los disparos llevados a cabo por las tropas ucranianas.
Los dardos están en los arsenales, tanto por la artillería rusa como de la ucraniana, pero el ejército ruso no ha usado obuses D-30 en esta guerra, y menos las fuerzas aerotransportadas que operaron en Bucha, que carecen de dicha munición.
Los muertos no fueron ejecutados a corta distancia, sino como consecuencia de fuego de artillería, lo cual descarta la calificación de los sucesos como un “genocidio premeditado de ucranianos pacíficos”. Numerosas pruebas, como la posición dispersa de los cadáveres, lo desmienten.
Las pruebas recogidas por los expertos durante una visita a Bucha, Hostomel y Borodianka, y revisadas por expertos independientes en armamento, demuestran que en la zona se utilizaron municiones de racimo y potentes bombas no guiadas. Mataron a un gran número de civiles y destruyeron al menos ocho edificios. Este tipo de armas están prohibidas en la mayoría de los países del mundo.
Ucrania eleva a casi 900 los civiles muertos en Bucha, mientras que la ONU habla de 50. Un equipo de 18 expertos del departamento forense de la Gendarmería francesa, junto con un equipo de investigadores forenses de Kiev, está documentando las muertes tras la retirada de las tropas rusas de la localidad.
“Vemos muchos cuerpos mutilados (desfigurados)”, dijo Pirovsky. “Muchos de ellos tenían las manos atadas a la espalda y balas en la nuca. También hubo casos de disparos de armas automáticas, como seis u ocho agujeros en la espalda de las víctimas. Y tenemos varios casos de partes de bombas de racimo incrustadas en los cuerpos de las víctimas”.
Según Neil Gibson, experto en armas del grupo británico Fenix Insight, que examinó las fotos de los dardos encontrados en Bucha, son de un proyectil de artillería ZSh1 de 122 milímetros. “Otro proyectil inusual y raramente visto”, dice Gibson. “Esta vez se trata del equivalente a la serie de proyectiles antipersonas de Estados Unidos… Funciona como un proyectil de metralla real, pero está lleno de dardos y un aglutinante de cera”.
No obstante, queda una pregunta inquietante: ¿por qué algunos cadáveres aparecieron con las manos atadas?
Los dardos fueron un arma muy utilizada durante la Primera Guerra Mundial. Lanzados por los aviones de la época para atacar a la infantería, eran capaces de atravesar los cascos. No se utilizaron ampliamente durante la Segunda Guerra Mundial.
Reaparecieron durante la Guerra de Vietnam, cuando Estados Unidos empleó una versión de las cargas de dardos, empaquetadas en vasos de plástico. Es una munición habitual en las guerras en las que ha estado implicado Israel, tanto en Gaza como en territorio libanés, ya que es particularmente eficaz en zonas en las que los adversarios se ocultan entre la vegetación.
Varias organizaciones humanitarias ha pedido la prohibición de los dardos pero, hasta la fecha, no lo han sido. Sin embargo, el uso de armas letales indiscriminadas en zonas civiles densamente pobladas constituye una violación del derecho de guerra. “Los dardos son un arma antipersonas diseñada para penetrar en la vegetación densa y golpear a un gran número de soldados enemigos”, dijo Amnistía Internacional. “Nunca deben utilizarse en zonas civiles residenciales”.
(*) https://codename-it.livejournal.com/953562.html